Sunday, 15 August 2010

El señor del sombrero

Lorenza no podía dormir, sentía que las frazadas de lana oprimían su cuerpo y transpiraba. La pieza está obscura y en la otra cama duerme su mamá, quien logra percibir su intranquilidad y serenamente le pregunta ?
-qué pasa hija?....
- no sé, hay alguien a los pies de mi cama, no lo puedo ver, pero es un señor alto, de sombrero. Pese al miedo, Lorenza habla claro y con su cabeza afuera de las sabanas, no como antes cuando de pequeña le temía a la obscuridad y después del beso de las buena noches de su madre, dormía boca abajo, para no mirar a su alrededor. Era tal su concentración que al mantener los ojos oprimidos contra la almohada por largo tiempo aparecían pequeños puntos de colores que se movían como al compás de una música silenciosa formando miles de inimaginables figuras. Esa noche, Lorenza no estaba petrificada de miedo, era solo una extraña sensación.

Hace ya unos días que había llegado a la casa de su abuela en Concepción, donde solía ir todos los veranos. Su padre pese a trabajar en una empresa norteamericana pasaba por una mala situación económica y sin la posibilidad de arrendar una casa en la playa para las vacaciones de verano de la familia, Lorenza viajaba todos los veranos en tren a la casa de su abuela en Concepción.

La casa era pequeña y con el pasar de los años cada recuerdo se le hace cercano y familiar. Allí vivió inolvidables episodios de su niñez que hoy desentierra cada día, como aquel verano cuando toda la familia, y de verdad era toda porque también estaban presentes los primos, veían el festival de Viña del Mar en una televisor en blanco y negro que por efecto de una pantalla protectora de vidrio azul le daba un colorido que a Lorenza le parecía lo mas novedoso.

Parte de la casa había sido construída por el abuelo hace muchos años atrás. Después de su muerte la abuela vivió por algunos años acompañada de sus hijos que de apoco se fueron. Las hijas se casaron y dos hijos hombres partieron a Suecia, quienes años más tarde decidieron llevarse a la abuela con elllos.

La casa permanecía vacía gran parte del año, excepto cuando la abuela viajaba desde Suecia para refugiarse en ella o en cualquier época del año cuando algunos de sus hijos e hijas debía viajar al Sur y la casa con sus viejas maderas crujientes, los acojía.

Estaba dividida en dos partes. La parte de atrás se arrendaba y la que da hacia la calle principal era habitada por la familia. Era pequeña y de madera como la mayoría de las casas del sur, pero Lorenza siempre la sintió enorme, le parecia alta y obscura. De estructura muy sencilla. Solo tenía dos habitaciones y el living comedor. Todas las piezas eran de distinto color, la que ocupada su abuela era rosada con una pequeña ventana y el recuerdo de la otra habitación no era por el color de las paredes, sino por un enorme y antiguo ropero que podría ser la adoración de los anticuarios. Era tan alto como la pared que lo arrimaba y sus maderas tan finamente talladas lo hacían elegante y majestuoso.

En un principio la cocina estaba en el patio al igual que el baño y el WC que era un hoyo que por años aterró a Lorenza. Con el pasar del tiempo la abuela fue arreglando la casa, cada año que viajaba a Chile alguna modificación agregaba. Comenzó por construir un baño, sencillo y completo, es decir no había que cruzar el jardín para ir al water. Sin embargo, igualmente podía resultar una incomodidad porque seguía estando fuera de la casa. La cocina que en un principio también estaba en el patio finalmente quedó en el interior y pasó a ser la entrada principal.
Lorenza nunca pudo ver la casa completamente remodelada, siempre había algo que hacer cada año y la abuela gozaba con los arreglos, eran su vida, martillos, clavos, maestros, medir y cortar la mantenían viva. Por cierto no era la única casa en eterna construcción, también la abuela tenía otro proyecto de hogar en la comuna de Puente Alto.

A veces la abuela trataba de convencer a Lorenza para que la acompañara a Puente Alto por el día y pese a que la niña accedía, no le encantaba del todo. La sola idea de viajar al menos dos horas en micro desde su casa ya era incomodo y con el calor seco del verano en Santiago, era peor. Había algo mas, una vez ya arriba de la micro ese viaje se convertía en una realidad muy real. La micro partía desde Vitacura, " el barrio alto" como se le dice, pero muy mezclado a la vez, se podían ver enormes casas y también otras mas pequeñas, igualmente lindas pero sencillas. Lorenza vivía en una de esas casas. No era pareada, pero ella podía escuchar todo a su alrededor, sin que nadie supiera. Desde su ventana divisaba la calle y podía ver toda la manzana, sabía quien venía desde una esquina caminando y quien venía desde la otra. Sabía cuando era el lechero o el panadero, sabía cuando quería abrir la puerta y cuando no debía, sabía que pasaba al otro lado del muro del sitio eriazo que estaba en frente de su casa. El segundo piso era su gran torre, todo lo veía desde ahí.

A medida que la micro avanzaba por Avenida Americo Vespucio que recorría todo Santiago, el paisaje cambiaba, dejándo atrás las lindas comunas como ñuñoa, La Reina y acerándose a otras que no eran tan lindas. Lorenza por la ventana miraba como los parques dejaban de ser verdes y se convertían en tierrosas canchas de fútbol, los edificios pasaban a llamarse blocks y tenían enormes números en las paredes. Los muros estaban rallados con frases en contra de la dictadura de Pinochet y a veces se veían los coloridos grafitis que su padre le diría algún día que eran de la brigada de la Ramona Parra.

Así pasaban al menos dos horas de viaje entre rotondas muy ruidosas y repletas de micros de colores. El cielo dejaba de ser azul y se tornaba gris por el smog y la micro se llenaba de gente hasta la pisadera, los vendedores ambulantes apenas pasaban por el pasillo y la abuela siempre obligaba a Lorenza a ceder su asiento a alguna persona mayor. La empujaba hacia ella tratando de que nadie rosara su cuerpo. Así hasta llegar al paradero final desde donde había que caminar algunas calles.

Después de todo un día de trabajo con maestros, la abuela antes de regresar pasaba a ver a una de su hermanas que vivía en la otra cuadra. Lorenza nunca entendió la relación entre su abuela y su tía abuela, nunca supo si se odiaban o se querían.
Regresaban a casa de noche y a pesar que el viaje de vuelta era por dos horas, el atardecer lo hacía distinto, mas agradable y fresco. Al regresar a casa Lorenza volvía a sentirse segura, pero con su cabeza llena de preguntas e inquietudes que su madre contestaba pacientemente: mamá como mi abuela conoció a mi abuelo, porqué se fue el tío, cuántas hermanas tiene la abuela, dónde vivía cuando era niña, cómo era tu abuelo y así interminablemente.

Los viajes a Concepción se hicieron una costumbre cada verano. Lorenza visitaba a sus primas que adoraba, la menor incluso era su amiga-prima y eran inseparables por esos meses hasta la vuelta a Santiago, en que los grises meses de invierno implataban su lejanía hasta el próximo verano.

La noche que Lorenza vio al señor del sombrero sentado en los pies de su cama, fue la última noche de aquellos veranos que guarda en su memoria. Esa noche supo que su abuelo era el caballero del sombrero que se había convertido en el vigilante nocturno a la espera de su esposa. Andaba en busca de su amada y no entendía como esa señora capaz de levantar castillos en el agua, dejaba la casa abandonada todo el invierno.
Quizás nunca se enteró que su enamorada pasaba los fríos meses de invierno en el otro hemisferio.

por Carolina Gómez

Friday, 23 July 2010

La mujer de mi hermano


Hace unas semanas terminé de leer "La mujer de mi hermano" de Jaime Bayly, que por cierto me costo un montón querer terminar la novela ya que que la primeras 25 páginas podrían haber sido cualquier libro o película que trate sobre un triángulo amoroso, ' nada nuevo bajo el sol' , pensé. Diálogos poco novedosos y la situación misma de un trío me parecía re-contado.

Costo, pero finalmente me cautivó. Mi amiga que me lo presto que además de compartir la misma nacionalidad que el escritor, es una lectora de corazón- es decir de esas personas que de la biblioteca sacan 20 libros en el día- me dijo que a lo mejor no es nada nuevo, pero para la sociedad peruana-que parece ser muy conservadora- lo que dice es wuaaaaa ( fuerte)

Como dije, después de tanta negación me atrapo. Su pluma es innegable, describe muy bien a los personajes, su psicología, las situaciones sociales y en cada página hace y deshace a los individuos, los da vuelta y los moldea bajo una nueva estructura tanto así que uno puede llegar a amar al "canalla" y odiar al "heroe". Y es un todo un talento poseer la pluma para describir cualquier situación, porque no es tan fácil como algunos piensan.

El cinismo, las mentiras y la infidelidad se retratan muy bien en estas páginas. Al leer cada linea, la imaginación vuela sin trabas y no hablo solo de los 'tapujos' morales, si no también desde el punto de vista del escritor. Las imágenes se vienen a la cabeza como escenas de una película, tan claras como en el cine. El Climax se vive. Los infieles siempre serán una buena historia

El final es absolutamente racional a mi modo de ver, y que bien, porque para novelas románticas estilo Corín Tellado ya hay bastante y ojo que con mucho respeto me refiero a la señora María del Socorro Tellado. Aún tengo recuerdos de una tarde, tenía alrededor de 12 años y estaba enferma en cama. aburrida de la televisión agarre una novela de Corín Tellado y me encandilo hasta leer por completo el libro en una sola tarde.
Bueno pero otra día podría hablar de las novelas rosas, que podrían ser comparables a los reality: una basurilla que encandila

Volviendo al talentoso Bayly, lo recomiendo: muy descriptivo, entretenidamente travieso y cinematografico. Mi intención es leer otra de sus novelas, ta vez indagar en otros temas para ver como va la mano.




Tuesday, 13 July 2010

De vuelta


Después de muchos meses retomo lo que me encanta hacer: escribir!!!!
estos meses de haber estado ocupada con Salvador y trabajar el primer semestres en la Univ. fue bueno, pero no le dejo espacio a mi imaginación o cuando finalmente decidía escribir, solo tenía sueño.
Bueno no importa, ahora habrá mas de mí, las etapas en la vida no pasan en vano y solo voy a dejar que mis dedos se muevan libremente en el teclado. y así, al menos espero que la tensión a nivel de mis hombros desaparezca.
See you at night, that is the best time for my journal.